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Las buenas personas son muy difíciles de encontrar. Hay que arreglarse
con las malas personas, que son tan respetables que resultan horribles,
tan horribles que resultan cómicas, tan cómicas que resultan patéticas,
tan patéticas que sería horroroso tener piedad de ellas, porque atraería
a los demonios del desprecio.
Mi propósito es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento a través de una avalancha de tinieblas y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora.
Roberto Arlt en El amor brujo.