Casi todo en la vida se
hace porque sí, sin una causa con la que se lo pueda justificar ante un
extraño. En realidad no es que falten causas, sino que sobran, esas pequeñas
causas entrecruzadas, motivos inmotivados, dentro del entramado de los hechos.
Todo se decide ahí, donde mueren las palabras. La causa pesada e imperiosa
viene a posteriori, cuando, como dije, se da la necesidad de explicarse ante un
extraño.
César Aira - El santo
domingo, 27 de diciembre de 2015
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